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miércoles, 27 de enero de 2016

Hambre, a propósito del Holocausto

Testimonios de UN HAMBRE
A propósito del «Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto»
 

Fotografía: © Diego León / Monumento a los judíos asesinados de Europa 
(Denkmal für die ermordeten Juden Europas), del arquiteto Peter Eisenman, Berlín (1998-2005).


Es el otro costado de este blog.
La carencia, lo más temido,
lo insoportable.
Lo que no se vence: 
EL HAMBRE.


Lo que sigue son testimonios de sobrevivientes del Holocausto que hicieron del hambre, cuando ya nada les quedaba, un tema, un acabose y también una esperanza:

«Yo sólo soñaba con el día en que pudiera comer cuanto quisiera, y tener una bicicleta y poder ir de un lugar a otro.» / J.K.

«Pasamos mucha hambre, era difícil conseguir alimento, comíamos habitualmente una especie de cereal amarillo en el que nadaban diferentes insectos, pero sobre todo gusanos. Para comer este cereal había que separar los gusanos.» / M.J.

«De la comida no quiero hablar. En la mañana nos daban un pedazo de pan, muchas veces estaba ya verde, podrido. Muchas niñas y mayores tenían la costumbre de cocinar con la mente, entonces yo les decía: “¿de qué hablan ustedes, de cómo se hace la sopa?”. Era una locura. Y las mayores eran tan tontas como las chiquitas. Hablaban de qué comían el viernes en la noche o Yom Kipur, como si no estuviesen en un campo de concentración» / L.V.

«Como necesitaba comer, iba a lugares baratos. Una noche, se sentó junto a mi mesa una pareja joven que tenía svásticas. Escuchándolos hablar comprendí que el muchacho era un "busca judíos" y estaba contando sus aventuras. En cierto momento, ella le preguntó cómo reconocía a los judíos, a lo que él respondió: “sus ojos reflejan pánico”. Yo podía jurar que el cuento estaba dirigido a mí. Apenas pude tragar mi comida —todavía recuerdo que era huevos revueltos con espinacas—, me paré y saludándolos amablemente me fui. Estaba segura de que me iban a seguir, pero no ocurrió así. Fue un milagro.» / K.W.

«El hambre es algo terrible, uno es capaz de matar. Yo me fui con un machete a la calle. Allí habían muchos caballos muertos, porque en esa época se usaban coches y los caballos morían por los bombardeos. Yo que jamás tocaría una cosa muerta, saqué con el machete un trozo y mi mamá lo cogió con un papel y cocinamos aquella carne entre dos ladrillos. En un restaurante abandonado conseguí unas sillas de madera para hacer fuego. Luego me fui a saquear porque tenía hambre. Así sobrevivimos. Sin embargo, ya éramos felices.»/ K.W.


Textos de mi libro Nosotros, los salvados 
(Kalathos Libros, Caracas, 2015)

Verónica Hollo de Deustch



Una vez mi madre me mandó a buscar pan.

De regreso encontré un periódico,

me senté a leerlo y a comer.



Empezaron a llegar gansos,

le di un poquito a uno, a otro, a otro.

Y cuando me di cuenta, casi no había pan.

Era el pan de toda la semana.



(...)

Yehuda Bubis



La gente era muy salvaje,

tenía hambre.



Andábamos por los campos,

bajo nieve,

buscando una papa podrida.



Cuando mi papá veía un pájaro,

decía «vamos a atraparlo para hacer sopa».



Lo poco que mi madre tenía lo daba a los niños.

Y murió.

Murió de hambre.



(...)


Janek Krakower



Mi papá había dicho

que no iríamos a Auschwitz,

que nos sentaríamos los seis

alrededor de la mesa para envenenarnos.

Juraba: «no nos van a romper la familia».



Yo solo soñaba con el día

en que pudiese comer cuanto quisiera,

y tener una bicicleta

y poder ir de un lugar a otro.



(...)


Zofía Kaufman de Landau



En el día comíamos pan,

en la noche una sopa

de huesos humanos molidos.

Eso nos decían.



Yo tenía una dieta especial

por trabajar en la oficina:

un poco de mermelada,

a veces salchichón,

que repartía entre los hombres de la familia.



La tarjeta de mi esposo y la mía la di a mis cuñados.



Compraba a las muchachas de la cocina una papa

y preparaba yo misma la comida de mi esposo.



Yo no comía mucho.

No se podía comer, no se podía vivir.


Nosotros, los salvados puede adquirirse en Caracas en las librerías Kalathos, El Buscón, Alejandría y en  Amazon


miércoles, 2 de julio de 2014

Venezuela, el hambre que vamos siendo


Hambre que no entiende
©Jacqueline Goldberg

Foto: Máximo González. Tengo hambre 
(Arroz con texto grabado y encapsulado en cristal, dimensiones variables, 2005)  
http://www.maximogonzalez.info/instalaciones/tengo_hambre.php




Mi vida la murmuro al barro
Samuel Beckett

I
si hubiese sabido. hace doscientos años, cuarenta años, cinco años. que esto ocurriría. el hambre. este encierro. tanta podredumbre.

si hubiese sabido que correr era postigo en mi coronilla. habría virado, cancelando infortunios para perpetrar una sien menos movediza.

ahora hay rutinas, agobios.

seguir de bruces.

busco comida. imploro comida.

me asquea pensar en comida. tanto. así vivieron mis abuelos durante la guerra. soñaron papas, comieron papas, conchas de papas. tubérculos como plegarias. y sobrevivieron. también soportaré. pero el lastre de verme en las calles, desmereciendo el látigo. es mucho.

¿cuánto dura una mujer débil? ¿cuántas veces irá al mercado sin llorar?

calles ríos de veneno. repletas de bestias con dos ruedas por cabeza. carruajes altos para encubrir el futuro balazo.

tampoco soporto la calle. el asco murmura en las esquinas más serenas. salpica. dice mi nombre. amenazas que se cumplen.


II
reconteo infeliz.

lo que no hay: aceite, azúcar, harina, jabón, mantequilla, crema de dientes, cereal, leche, shampoo. a veces tampoco arroz, caramelos, queso, té, pan.

lo que sobra: infamia.

lo que falta: medicinas que tomo a diario. apenas dos pastillas. pero tres días sin ellas me harán temblor incontrolable, corazón reventado.

lo que sobra: riscos para lanzarse y ser olvido.


III
cómo explico al miserable que fuera mi amigo todo lo que padecemos. como explico a ese gordo-emigrante-tragabasura que no me hago la víctima, que este país no lo invento yo. que somos jaula.

cómo explico al hermano preocupado que huir no siempre es hacer maletas. que huyo cada día. que un día vendrá la huída definitiva y nada podrá salvaguardarme.


IV
la alacena jamás está vacía. la comida diaria entra al estómago, sale sin dificultad. el disfrute se ha extraviado. solo importa una cantidad de calorías, no su origen, no su sabor.

hay componentes no digeridos en las heces fecales. al menos eso queda. se despenalizará la coprofagia. la luz provendrá de lo oscuro.

seis niños fueron obligados por sus cuidadores a practicar sexo entre ellos mientras veían pornografía e ingerían heces. ocurrió en una casa de acogida en la India. lejos.

en Buenos Aires la policía detuvo a un ciudadano coreano de setenta años que capturaba perros en la calle, los alimentaba y después los mataba para vender su carne a un supermercado asiático. can-nicero, le decían.

cuántos estamos dispuestos a comer mierda. confesemos. habrá una película. su tema será una gran cena en la que sólo se servirán heces. de entrada, plato principal y postre. con ciertos aderezos y acompañantes. quizá mucho hielo. no será una película fantástica sino un documental.

el estómago se hace distensible. es casi imposible que reviente tras una gran comilona. la privación de alimento en cambio genera atrofia de los intestinos. la lucha es colosal. una muerte lenta y agónica.

quedan otras hambres. intempestivas. corroen en insoportables segundos. dejan una mueca y el cuerpo turbio. todo acaba. acabamos.

a veces —raras veces— llueve almíbar. pero no nos percatamos.
hambre implica dejar de entender.

domingo, 12 de junio de 2011

Las legumbres desparramadas de Ana Frank

A propósito de conmemorarse hoy
su nacimiento y el inicio de su Diario



Hoy hace 82 años del nacimiento de Ana Frank, la niña judía nacida en Alemania, criada en Holanda y fallecida a los 15 años en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Y hoy hace 69 años que la precoz cronista comenzara a escribir en el diario que le regalaran por su cumpleaños y que se convertiría en su más fiel compañero y su legado a la humanidad. El Diario de Ana Frank es uno de los libros más leídos del mundo y ha sido traducido a 70 idiomas, amén de haber sido convertido en numerosas películas, obras de teatro y de balet y hasta cintas de dibujos animados.
En los difíciles dos años que Ana Frank permaneció en el escondite junto a otras siete personas, incluyendo sus padres, su hermana y su primer amor, son varias la ocasiones en que hace referencia a hambre y alimentos. El fragmento que sigue, fue escrito el lunes 9 de noviembre de 1942 y muestra como, en medio del horror, Ana Frank tenía incluso humor para hablar de unas judías esparcidas por el suelo.

Cocina del escondite de la casa de Ana Frank.
Imagen de Vault Handler, tomada de la Casa Ana Frank en Holanda (Ver)

«Para darte una idea de otro aspecto de nuestra vida en la Casa de atrás, tendré que escribirte algo sobre nuestra provisión de alimentos. (Has de saber que los del piso de arriba son unos verdaderos golosos.) El pan nos lo proporciona un panadero muy amable, un conocido de Kleiman. No conseguimos tanto pan como en casa, naturalmente, pero nos alcanza. Los cupones de racionamiento también los compramos de forma clandestina. El precio aumenta continuamente; de 27 florines ha subido ya a 33. ¡Y eso sólo por una hoja de papel impresa!
Para tener más víveres no perecederos, aparte de los cien botes de comida que tenemos, hemos comprado 13 kilos de legumbres. Esto no es para nosotros solos; una parte es para los de la oficina. Los sacos de legumbres estaban colgados con ganchos en el pasillo que hay detrás de la puerta-armario. Algunas costuras de los sacos se abrieron debido al gran peso. Decidimos que era mejor llevar nuestras provisiones de invierno al desván, y encomendamos la tarea a Peter. Cuando cinco de los seis sacos ya se encontraban arriba sanos y salvos y Peter estaba subiendo el sexto, la costura de debajo se soltó y una lluvia,
mejor dicho un granizo, de judías pintas voló por el aire y rodó por la escalera. En el saco había unos 25 kilos, de modo que fue un ruido infernal. Abajo pensaron que se les venía el viejo edifico encima. Peter se asustó un momento, pero soltó una carcajada cuando me vio al pie de la escalera como una especie de isla en medio de un mar de judías, que me llegaba hasta los tobillos. En seguida nos pusimos a recogerlas, pero las judías son tan pequeñas y resbaladizas que se meten en todos los rincones y grietas posibles e imposibles. Cada vez que ahora alguien sube la escalera, se agacha para recoger un puñado de judías, que seguidamente entrega a la señora Van Daan».

jueves, 26 de mayo de 2011

Un poema de ELEONORA Requena

Y un homenaje a LEONORA Carrington

Obra de la pintora y escultora mexicana Leonora Carrington,
fallecida hoy 25 de mayo


Descubrí lo siguiente y lo comuniqué al mundo: La evolución cultural
equivale a la eliminación del ornamento del objeto usual.
Creí con ello proporcionar a la humanidad algo nuevo con lo que alegrarse,
pero la humanidad no me lo ha agradecido.

Adolf Loos
(Ornamento y delito)



nada voluntaria el hambre
es cosa dentada, montaraz, írrita
garabatea ganas entre carnes salcochadas y vegetales tibios
es un hambre a secas
atávica, contumaz , asidua
la mastico entre bocados breves y parsimoniosos
en las raciones justas de los platos servidos
ni las copiosas fábulas o los profusos adjetivos
logran saciar su testarudo afán
ni el aplomado celo que la ciñe

lunes, 28 de marzo de 2011

El hambre, la poesía


Monólogo del necio

(Jorge Boccanera)

¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir:
cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.

Eso se come. Gula del vacío.


Foto: tomada de Lo que dice la luna


El hambre

(Miguel Hernández)


I
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.


II
El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.


Niños en Birkenau

Sally Horowitz de Morgenstern

(Jacqueline Goldberg)

Mi memoria es apenas un olor, un sonido.
Mis sentidos sólo tienen recuerdos
de los bombardeos, los gritos, la podredumbre,
el sabor de la grama que comíamos en el bosque.


viernes, 21 de enero de 2011

Los intelectuales no escapan al cuerpo

El hambre de Franz Kafka
Vicente Verdú (El País, España, 20/01/2011)

El autor de La Metamorfosis a los 13 años


Franz Kafka murió a los 41 años en un sanatorio que empezó a visitar en 1917 cuando se le presentó su tuberculosis en la garganta. Algunos de los libros médicos y kafkianos han explicado ese mal que terminó matándolo, por el asiduo consumo de leche no pasteurizada pero eso mismo hacía, sin estas consecuencias, la generalidad de la población. ¿Era Kafka un ser débil y no pudo afrontar el mal? Era lábil y fuerte, frágil y contundente, místico y gimnástico. Pero, además, según ha expuesto en la revista Jano de enero Luis M. Iruela, jefe de Psiquiatría del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, un enfermo de anorexia nerviosa.
No es la primera vez que al escritor se le atribuye este diagnóstico pero la enfermedad adquiere un talante diferente si se la contempla hoy en plena mímesis de la delgadez con los modelos de entonces.
La estética, la mística y la clínica forman una secuencia a la que Kafka añadía, de acuerdo con su biografía, una manera de eximir su cuerpo de la visión temible del padre o de rehuir con su mengua la presencia que, en todo caso, deseaba rehuir.
Algunos amigos de Kafka, asistentes a las reuniones en que se leían sus manuscritos y se reían sus ocurrencias (de La metamorfosis, por ejemplo) forman una escena, según Max Brod, opuesta a la figura enfermiza y atormentada de Kafka.
Pero ¿qué vivir? Tuvo apenas sexo con prostitutas pero nunca con sus parejas o novias (Felice, Milena). Es amante de la natación en parte como una disciplina de oxígeno y agua helada pero también como una entrega a lo salvaje.
No comer comporta un rechazo del mundo exterior pero, curiosamente, sobre ese mundo estaba más implicado y pendiente de lo que se imagina, según su biógrafo Joachim Unseld. El artista del hambre, un relato publicado en 1922, es la historia de un hombre que se exhibe ante el público como una atracción de circo y los espectadores contemplan minuciosamente en su camino hacia la inanición.
Los bulímicos acceden al ideal de su extrema delgadez comiendo de todo y vomitándolo todo. El todo del anoréxico, sin embargo, nunca llega a estar dentro de él sino que el todo es precisamente él.
Tanto Matthew Barrie, el autor de Peter Pan, como Lord Byron fueron también enfermos de anorexia nerviosa. Aprehensivos respecto a los exteriores y aprehensivos respecto a su futuro porque rechazar la comida es la metáfora del miedo a la contaminación ajena y, de otro lado, una afirmación bien perfilada de la propia figura. "La ruta va a través del hambre" -dice el protagonista del cuento Investigaciones de un perro (1922)-; "lo más elevado se conquista solo por el más elevado sacrificio y el más alto sacrificio es entre nosotros el hambre voluntaria".
No había en esos barrios de Praga mucho que comer y, en consecuencia, llegar a la nada convierte la suma indigencia en hazaña y la extrema necesidad en majestad. Esa majestad que, en el mundo del sexo, le lleva a decir a su amada Milena: "El coito con la persona amada puede conducir a la pérdida del amor". O escribe en su diario: "Coito es el castigo por la felicidad de estar juntos".
El rechazo a la felicidad a través del displacer y el rechazo del regusto que ofrece la comida se corresponden con la actitud de Nicolai Gogol, un torturado semejante, capaz de afirmar que de haber cedido al amor "este le hubiera reducido instantáneamente a polvo". El chiste se brinda tan fácil que más vale pensar en sus mentes sadomasoquistas o atribuirles hagiográficamente a estos gigantes la idea perfeccionista que ve, en toda grasa de más, bardoma y, en toda ingestión, un síntoma de ignominia.

sábado, 13 de noviembre de 2010

HAMBRE, lo demás es tontería

1er lugar: Continuamos a la espera de Stefán Einarsson

Cuando hablamos de cocina olvidamos el hambre, ese motor que lleva el tenedor a la boca pero también el signo de una sociedad que no ha alcanzado sus más mínimos niveles de respeto al ser humano. Mientras haya hambre, hablar de restaurantes y aceites de trufas es paja. Mientras haya niños que no comen, valen nada las catas de vino y los postres suculentos hechos con hojillas de oro. 
Entre los objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), una de las promesas históricas que hicieron en la Cumbre del Milenio del año 2000, 189 líderes de todo el mundo está la pobreza extrema y el hambre. El 2015 es la fecha tope para tres metas:
• Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, 
la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar por día.
• Lograr el empleo pleno y productivo 
y el trabajo decente para todos, incluidos las mujeres y los jóvenes.
• Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, 
el porcentaje de personas que padecen hambre. 

Las cifras de la realidad poco apuntan a que en cinco años estas metas se parecerán a una solución. “El número de personas subnutridas continúa aumentando, mientras que el lento avance hacia la reducción del hambre en el mundo se ha detenido o incluso revertido en ciertas regiones entre 2000-2002 y 2005-2007. Aproximadamente uno de cada cuatro niños menores de 5 años padecen de insufi ciencia ponderal, principalmente a causa de falta de alimentos, mala calidad de la comida, servicios de saneamiento, agua y salud inadecuados, y condiciones precarias de higiene y alimentación”, señala el informe 2010 de la Naciones Unidos, que puede verse aquí.

También el arte ayuda y dice

2do lugar: Quebrar la corriente de la pobreza de Sami Kaarakainen

3er lugar: Pare de Christer Lieberath

4to lugar: Todo es cuestión de perspectiva de Chapelle & Bams

El Centro de Información Regional de las Naciones Unidas para Europa, UNRIC, propuso a principios de año un concurso de anuncios publicitarios para difundir en los medios de comunicación europeos uno de los 8 Objetivos del Milenio, erradicar la pobreza extrema y el hambre. El concurso, dirigido no sólo a profesionales del mundo publicitario sino también al público en general, ha tenido una masiva participación de más de 2000 personas. De entre la miles de propuestas, 32 fueron seleccionadas para una exposición itinerante que viajará por toda Europa con el propósito de concienciar a la gente sobre los ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio), a la vez que recordar a la clase política los compromisos contraídos para el 2015.
«El nivel de participación, así como la calidad de los anuncios Contra la Pobreza, que tanto profesionales como aficionados de la comunidad creativa europea nos enviaron, sobrepasó nuestras mas altas expectativas. Es interesante el hecho de que la mayoría de personas quisiera enviar mensajes creativos a los líderes mundiales que se reunirán en septiembre en Nueva York para analizar el progreso de los ODM. Se han hecho muchos progresos, pero obviamente no suficientes, y no podemos cruzarnos de brazos ahora. Quiero agradecer muy sinceramente a todos nuestros socios en esta aventura, tanto en la ONU, como en los medios de comunicación, como a los miembros del extraordinario jurado, por su valiosa cooperación. Esta experiencia constituye otro ejemplo mas del poder que tienen las alianzas», dijo Afsané Bassir–Pour, directora de UNRIC.
El ganador fue seleccionado por voto popular y por un prominente jurado europeo compuesto por expertos en marketing y publicidad, así como también artistas, diseñadores y expertos en comunicación de la ONU. Entre ellos, Jacques Séguéla, Vicepresidente del grupo internacional de publicidad Havas, el fotógrafo británico Gary Knight; el diseñador holandés Piet Boon; la firma belga de moda Maison Martin Margiela; la directora de la Casa de Fotografía de Moscu. Olga Sviblova; el diseñador Neville Brody y el Secretario General Adjunto de Comunicaciones e Información Publica de la ONU, Kiyo Akasaka..
Aquí pueden verse los 30 finalistas
Estas son las siete finalistas y la gadora, del diseñador islandés Stefán Einarsson, quien recibió el premio de las manos de la Reina Sofía de España.

5to lugar: Comida de Aleksandra Kusmider (mi favorito)

6to lugar: Estamos listos para tomar los frutos de vuestras promesas de de Ikon Adv

7mo lugar: Combate al hambre de Nicos Terzis

martes, 13 de abril de 2010

Un recetario soñado en THERESIENSTADT

El hambre que se hizo libro en el CAMPO DE CONCENTRACION de THERESIENSTADT

 



Theresienstadt fue un infierno extraño:
campo de concentración,
solar de tránsito hacia Auschwitz y otros exterminios,
vertedero de dislocadas almas.
Se le hizo parecer colonia modelo,
gueto, asentamiento, paraíso de jubilación,
bella ciudad balnearia ofrendada por el Fhurer.

En Theresienstadt convivieron la muerte y el teatro,
el hambre y la ópera, cadáveres y lucidez,
niños y piojos.
Hubo jardines, casas bien pintadas,
eventos culturales, gente saboreando sardinas.

Cuando los funcionarios de la Cruz Roja
culminaron su visita en 1944
la muerte se ocupó de quienes oraban,
miles fueron enviados a lejanas cámaras de gas,
otros asesinados allí mismo,
muchos arrojados a las fauces del hambre y la enfermedad.
Los jardines devastados.
La escritura aletargada.

Sin duda fue un lugar extraño.
Tan extraño que se escribió ahí un libro de recetas de cocina,
In Memory's Kitchen: A Legacy from the Women of Terezin.

Lo recopiló Wilhelmina (Mina) Pätcher a sus setenta años,

—justo antes de morir de hambre en vísperas de Yom Kipur de 1944—
junto a otras mujeres recluidas en Theresienstadt.
Desde la memoria fueron sumando
ingredientes, sabores y procedimientos.
De noche, en sus catres desnudos,
mientras sus cuerpos se retorcían,
las mujeres de Theresienstadt
horneaban manjares y remembranzas,
cocinaban utopías de margarina, tortas y potajes.
Volcaban su “cocina platónica” como dijo la propia Mina.
Todo bullía en sus cabezas, en el hambre desencajada,
en la añoranza de volver a la cálida morada de los hijos y los apetitos.

Michael Berernbaum, director de investigación
del Museo conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos,
dice en el prólogo:

“Este libro de cocina… debe ser visto como una manifestación más de Resistencia, de rebelión espiritual contra la dureza de la condiciones de vida… Recordar recetas era un acto de disciplina que les exigía reprimir su hambre y pensar en el mundo normal fuera del campo, e incluso quizá atreverse a sonar con un mundo después del campo”
¿Como llegó este libro a nuestros días?
Esa es otra historia milagrosa.
Poco antes de morir, Mina entregó el manuscrito a un amigo,
encargándole que lo hiciera llegar a su hija Anny,
ya entonces residenciada en Palestina.
Pero el libro solo llegó a manos de la abrumada hija
veinticinco años después, cuando esta vivía en Nueva York:

“Cuando abrí por primera vez el cuaderno y vi la escritura de mi madre, tuve que cerrarlo. Lo dejé guardado y tardé bastante tiempo en reunir valor para leerlo. Mi marido y yo estábamos sobrecogidos, porque nos parecía en cierta medida sagrado. Después de todos aquellos años era como si mi madre tendiera su mano hacía mí desde muy lejos… Al publicar estas recetas estoy honrando la creencia de mi madre y de las demás mujeres de que en algún lugar y de alguna manera debe de haber un mundo mejor donde vivir”.
El libro apareció publicado en 1996,
editado por Cara de Silva,
traducido por Bianca Steiner Brown
y prologado por Michael Berenbaum.
La sección introductoria puede leerse en Google.

Contiene, además, una serie de poemas
escritos por la propia Mina Pächter,
en los cuales intentaba asomar cierto humor,
la turbia realidad que los quebraba.

Me pregunto yo, desde la abundancia y el goce,
cómo puede la memoria engañar al saliveo,
cubrir de sueño la infame noche del hambre.

¡Cuánto nos quejamos en estos no tan aciagos días!
No sabemos lo que es el hambre y el miedo.
No conocemos la precariedad absoluta y el fin.

Ojalá nunca lo sepamos.
Ojalá nunca debamos cocinar sin sartenes ni hierbas,
sin alcachofas, pescados y berenjenas.
Ojalá la memoria solo convoque placeres,
un fogón siempre encendido,
un dios cuidando nuestra ancha mesa.