Mierda de artista, obra del creador conceptual Piero Manzoni producida como una mordaz crítica al mercado del arte. La obra consistía en noventa latas cilíndricas de metal de 5 cm de alto y un diámetro de 6,5 cm que contenían, según la etiqueta firmada por el autor: “Mierda de artista. Contenido neto: 30 gramos. Conservada al natural. Producida y envasada en mayo de 1961”.
Hoy domingo 26 de septiembre, los venezolanos vivimos una jornada electoral trascendental, de la que depende el destino y la democracia del país. Como siempre, estos actos obligan a votar y regresar a casa a esperar los resultados. Y ese lento aguardar se hace en familia, con lo que más nos une y reúne: una comida. A través de Facebook quise saber qué platillos prepararán los venezolanos para este día. Conté que durante años he horneado un enorme Pasticho (Lasaña) no sólo para la familia, sino también para amigos que votan en centros cercanos y gustan pasar a visitarnos un rato. Conté que este año no habrá Pasticho sino una olla del mejor Chupe de pollo que he comido en la vida: el de mi esposo. Lleva sus verduras, pechuga desgrasada —nada de huesitos, lo siento—, mucho maíz, crema de leche, cilantro y antes de servir el potaje en cada plato hacemos una cama con abundantes trozos de queso blanco.
La encuesta de Facebook no fue esta vez tan efectiva com otras. Los amigos se anotaban a mi chupe, todo se convirtió en broma, sólo algunos me contaron qué harán, pero un comentario de un maracucho que desde hace años vive en Madrid me revolvió los apellidos: “Espero que no sea lo mismo que los pobres Venezolanos han comido luego de cada elección: Mierda....”. Entre la rabia sólo atiné a invitarlo al país y a mi casa, a comer de esa “mierda” que desde Madrid él observa con insensible y supina simpleza. Muchos venezolanos que por diversas circunstancias han debido emigrar, sienten y les duele lo que aquí pasa. A veces creo que la distancia incluso les hace más difícil sostenerse en la carencia y la lejanía. Pero hay otros, sobre todo adinerados, hijos de papá, que jamás han llevado golpes en la vida, que ven con asco e inutilidad lo que ocurre en Venezuela, que por cobardes y brutos se han hecho de una coraza y siembran comentarios humillantes como el de mi “amigo de Facebook”.
Este chico arrimado a las maravillas madrileñas, puede sin embargo comer “mierda” desde allá, tan “pobre venezolano” como ha de ser también él. Y es que resulta que no son pocos los intentos tremendistas que ha habido por llevar heces a la gastronomía. Suena horrible lo sé, pero estoy tratando de ser pedagógica y conmiserativa con el pobre “amigo de Facebook”. Existe la coprofagia, que si bien es poco común entre humanos por las enfermedades que conlleva, consiste en la ingestión de excrementos e incluso hay quienes han intentado dar un vuelco al asco y hacer un festín con bien sazonadas heces. Esta es la propuesta de un tal Francis Morlange —no hallo datos concretos sobre él, presumo que es el heterónimo de un provocador artista conceptual—, creador de Delicieux Merde, una propuesta para gourmets atrevidos: "Es la cocción de los alimentos lo que nos hace humanos y nos permite gozar de un buen plato (…) Es común rechazar este alimento tan rico de calorías y proteínas, pero recordemos que determinados pueblos del lejano Oriente no dudan en comer insectos, cartones usados y automóviles pequeños. El tema es que muchos no conocieron la guerra y el hambre es solo algo que ven en televisión", dice el supuesto Morlange al defender la idea de “comer mierda”.
En todo caso, la Cultura Pop ha hecho “delicias” con el tema de la mierda, hay un grupo español de tétrico rock llamado Pastel de mierda, existe un juego de naipes llamado “Comemierda” y está el libro Historia de la mierda del psicoanalista francés Dominique Laporte (publicado por Paidos y también por Pre-Textos), donde el autor muestra la importancia de la materia fecal en el desarrollo de la sociedad y el lenguaje. La frase “comer mierda” y el apelativo “comemierda” lleva a cuestas un largo listín de significados asociados a países y culturas.
Especialmente dedicado a mi “amigo de Facebook” —lo borré, su mensaje de esta mañana me obligó a ello y aunque me prohibe copiar lo que dice, puedo mencionar que reitera concretamente que Venezuela es una "mierda"—, para aminorar su posible nostalgia de la “mierda” que comemos “pobres venezolanos”, dejo este video de unas españolas —por cierto— que preparan con absoluta seriedad un Pastel de mierda:
2 comentarios:
Que triste ver como la frustración y el resentimiento -dos ingredientes con los que esta condimentado nuestro acontecer diario- sea el que usa "tu amigo de Facebook" para referirse a su gentilicio, que es el nuestro.
Has sido demasiado generosa al hacer esta investigación partiendo de un comentario tan mezquino.
Brillante, y sobre todo, pertinentísimo!
Publicar un comentario