Michelle Obama no es una Primera Dama tradicional. No quiere que sus hijas usen las redes sociales, hace ejercicio y el año antepasado, apenas arribó a la Casa Blanca, decidió comer de su propio huerto. En un terreno de más de cien metros cuadrados, ubicado en los jardines del edificio desde donde su marido a veces decide el destino del planeta, sembró menta, ajo, tomillo, orégano, anís, salvia, romero, lechugas, espinacas, cebollas, zanahorias, tomates, frambuesas y moras, entre otros vegetales, hierbas y frutas. La producción va directo a la cocina presidencial, pero también a comedores populares para indigentes.
El año pasado llenó la Casa Blanca de chefs para convencerlos de dar un vuelco a la comida escolar. En pos de una vida sana, lleva la campaña Let's move (Pongámonos en marcha) a diferentes programas de televisión: “No quiero que la gente piense que Let's Move aboga por una privación total y absoluta. Defiende la moderación, y cambios de verdad en nuestros estilos de vida, ideas que funcionen para las familias, las familias de hoy día”, explicó Michelle Obama.
Gracias a la campaña de la señora Obama, hace dos días una escuela pública del norte de Chicago —que atiende a 600 alumnos, un 40% de ellos hispanos— inauguró un bufé de ensaladas en su comedor. La meta es establecer seis mil bufé de ensaladas en escuelas de todo el país en los próximos tres años.
“El siguiente gran paso que pretende dar es llegar a un acuerdo con la Asociación Nacional de Restaurantes para que se ofrezcan cantidades de comida más razonables —todo aquel que haya pasado por EE UU conoce la enormidad ridícula de los platos que se sirven—, así como menús infantiles con leche en lugar de sodas y verduras en vez de patatas fritas”, informó El País de España.
Pese a todos los esfuerzos de Michelle Obama, la ley nunca entra por casa. Y su esposo, el señor presidente de los Estados Unidos, Barak Obama —a quien se le ha visto por ahí comiendo platillos poco sanos que le han subido el colesterol—, tuvo su propia fiesta de la Super Bowl esta semana en la Casa Blanca, en la que no faltaron pizzas, hamburguesas y papas fritas. Semejante ocasión, era obvio, no cuadraba con frutas y verduras.
El año pasado llenó la Casa Blanca de chefs para convencerlos de dar un vuelco a la comida escolar. En pos de una vida sana, lleva la campaña Let's move (Pongámonos en marcha) a diferentes programas de televisión: “No quiero que la gente piense que Let's Move aboga por una privación total y absoluta. Defiende la moderación, y cambios de verdad en nuestros estilos de vida, ideas que funcionen para las familias, las familias de hoy día”, explicó Michelle Obama.
Gracias a la campaña de la señora Obama, hace dos días una escuela pública del norte de Chicago —que atiende a 600 alumnos, un 40% de ellos hispanos— inauguró un bufé de ensaladas en su comedor. La meta es establecer seis mil bufé de ensaladas en escuelas de todo el país en los próximos tres años.
“El siguiente gran paso que pretende dar es llegar a un acuerdo con la Asociación Nacional de Restaurantes para que se ofrezcan cantidades de comida más razonables —todo aquel que haya pasado por EE UU conoce la enormidad ridícula de los platos que se sirven—, así como menús infantiles con leche en lugar de sodas y verduras en vez de patatas fritas”, informó El País de España.
Pese a todos los esfuerzos de Michelle Obama, la ley nunca entra por casa. Y su esposo, el señor presidente de los Estados Unidos, Barak Obama —a quien se le ha visto por ahí comiendo platillos poco sanos que le han subido el colesterol—, tuvo su propia fiesta de la Super Bowl esta semana en la Casa Blanca, en la que no faltaron pizzas, hamburguesas y papas fritas. Semejante ocasión, era obvio, no cuadraba con frutas y verduras.
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