Sopa de cebolla para el alma
En la calle 55, entre la 5ta y 6ta avenida, un bistró da refugio al cuerpo cansado y al deseo de huir del pretencioso bullicio restaurador de la Gran Manzana. Un local modesto propone que no hay hora ni fecha en el calendario para los platos más básicos de la cocina francesa: Crepes, Omeletes, Quiche Lorraine, ensaladas, Croque madame y Croque monsieur. Pero sobre todo nos habla del encanto de la sopa, capaz de convencer incluso a una Mafalda como yo.
El epicentro de La bonne soupe, obviamente, son buenas sopas. Pero no de entrada ni obligadas. Todas muy sencillas, se convierten en plato principal de almuerzo o cena y por un precio más que solidario son servidas con pan, ensalada, postre y una bebida que bien puede ser vino, cerveza, refresco o café.
La reina es la Sopa de cebolla, pero también se pasean con galantería una Sopa paisana, con hongos, cebada y cordero; la Crema andaluza, de tomate y vegetales; una Sopa Mulligatawny picante con lenteja hindú y la infaltable Sopa de pollo y fideos, como en casa.
“La frase ‘la buena sopa’ ha venido significar buena vida, salud, abundancia y felicidad”, reza el menú del local.
Conclusión: no hacen falta pretenciosas cartas, nombres estrafalarios ni chefs con ínfulas de estrellas de Hollywood para que un restaurante brinde calidez, confianza, calidad y sobre todo permanencia. Una sencilla sopa puede llegar más hondo al alma que un sofisticado menú oriental, sobre todo si es servido en restaurantes como tantos en Caracas, que se los lleva el viento de un día para otro.
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