Gerardo Deniz es un poeta madrileño nacionalizado mexicano desde los días de la Guerra Civil Española. Su nombre verdadero es Juan Almela. Estudió Química y es traductor del sánscrito y del ruso, entre otras lenguas, lo que se nota en su poesía, llena de giros lúdicos, ritmos cautivantes y a ratos insolentes. Su libro Erdera —publicado en 2005 por el Fondo de Cultura Económica y que reúne toda la poesía publicada por el autor — fue considerado como el más prominente de la primera década de este siglo. “Orfebre de objetos que conmueven al lector con su hermetismo y culteranismo, y un fino humor que cala hasta los huesos”, lo definió Silvia Eugenia Castillero, poeta y editora de la revista Luvina.
El poema que sigue es justamente del libro Erdera y uno de los muchos que echan mano al paladar como centro poético y memorioso.Leguminosas
Las lentejas brutamente cocinadas
son buenas porque son buenas, mejores
cuando l as condimentan
liliácea leve picante tocino disimulado—
encima una salchicha, su enorme himen estallado de pudor;
longitudinal,
o bien frijoles aguados, refritos, con chorizo o sin él,
todo no poco bendito
—tal cual cucharón goteando
alubias jaféticas para empujarlas en Noemí espigada
y dos riñones meones por añadidura
hasta santísimos lugares.
¿Y esos verdes ejotes perennes
que odié mucho de niño,
arranqué y deshilé con estas garras
mientras mi padre se enfrascaba,
sobre la mesa de cocina,
en tomos centenarios de agricultura de Ginebra, del pays de Gez
que Voltaire tal vez ojeó?
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