martes, 15 de marzo de 2011

Del té al café en un mismo día

Kepén y Carbone Expresso
hacen de Caracas una gran ciudad




Hace unos días la periodista de El Mundo (Venezuela), Lisseth Boon, me entrevistó para un reportaje sobre “El negocio gastronómico”. Preguntaba si Caracas seguía siendo la gran capital restauradora que su fama señala. Telefónicamente contesté que no estaba segura, que la calidad y variedad había disminuido con la crisis reciente, que el problema del servicio es severo, que los costos demasiado altos harán sucumbir a numerosos locales. Un panorama desolador que me dejó mal sabor.
Pero el viernes pasado la ciudad me dio una gran lección y si bien no podemos compararnos con Lima o Nueva York, Caracas propone un recorrido gourmet que no siembra ningún tipo de envidias.

Té a media mañana

Ese viernes, poco antes del almuerzo, estuve en Kepén, un negocio exitoso donde la pasión por el té y la comida saludable hablan de un país que está cambiando de rutinas, que aprende de lo bueno. Tienen cinco tiendas en Caracas, dos en Maracaibo y una en Maiquetía. Su propietaria Omarly Alcina, es una sabia en materia de té —ha dado la vuelta al mundo buscando los mejores productos y conocimientos— y habla con tal pasión sobre lo que hace y sueña, que no puede uno más que admirarla y aceptar que la suya es la manera correcta de ver el mundo: “yo siempre veo el vaso medio lleno”, me dijo, regalándome lo que justo ese día necesitaba.

Omarly Alcina

En esa oportunidad —soy asidua confesa— tomé un té blanco con granada por sugerencia de Alcina, “porque es una armonía excelente para acompañar los postres si no te quieres empalagar, porque es un limpia boca, es decir, logra que cada bocado sea como el primero”.

Café a mediatarde

Antes del anochecer llevé a Jacobo —un amigo español que partía de regreso a su país al día siguiente— al templo de Pietro Carbone en Altamira, Nino Carbone Boutique, donde prometí degustaría el expresso que no logró beber en sus quince días en Venezuela. Y como siempre, no sólo no quedé mal, sino que gané indulgencia con escapulario ajeno. La pasión de Carbone por el barismo le hace servir el mejor café de Caracas, que incluye una conversa maravillosa sobre su propuesta y el producto que utiliza —tostado bajo su supervisión— y una cata de seriedad implacable: primero un expresso, luego un capuchino y para finalizar un Bombón, creatura de Pietro que lleva café, vainilla y leche condensada.
Jacobo se fue feliz y yo quedé convencida de que sigo viviendo en una gran ciudad, que el asombro no debe abandonarme pase lo que pase, que no quiero dejar de vivir cada día —con sus bocados, bocanadas y vocablos— como si fuese el último.

Pietro Carnobe


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