Mil mesas, una mesa
Hemos sido tantas mesas en la vida.
Mesas olvidadas, amadas, perdonadas.
Nos dimos a algunas para declararnos
contra el infortunio,
haciendo meridionales ciertos viajes.
Ha habido mesas para decir solos,
a media voz,
en compañía,
con cerillas y espumantes,
con pan y médula de fracasos.
Mesa siempre tibia,
maestra, un poco reacia.
Nosotros, apóstrofe,
aguardando la caricia,
el platillo, su certero dulzor.
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