“El crimen da hambre o el hambre genera crimen”,
escribe Raquel Rosemberg en su extraordinario libro
Sabores que matan, sobre comidas y bebidas
en el género literario negro-criminal.
Por sus páginas se pasean asesinatos, prostitutas,
pasiones, pecados absueltos, burbujas y suculencias.
Demostrado queda que el suspenso y la ficción
se la llevan bien con los ires y venires de una cocina.
Pero grave es cuando la sangre no se atasca en la palabra
ni en la obra de arte de genios como Truman Capote,
Alfred Hitchcock, Patricia Higsmith, Agatha Cristie,
Claude Chabrol o Manuel Vázquez Montalbán.
Cuando ya no son un manjar y sus ingredientes secretos
los que inducen la caída final.
Cuando el asesino es un cocinero de carne y hueso
y aparece en las páginas rojas de la prensa comarcal.
La semana pasada el chef del Hotel Crillón
mató a puñaladas a la gerente
y al asistente administrativo del hospedero caraqueño.
El móvil del crimen sería el despido
y la inconformidad con la liquidación recibida.
Internet es un antro repleto de noticias
que dan cuenta de cuán lejos
puede llegar una pasión cocineril.
Es famoso en la prensa norteamericana
el caso de Robert Berdella, de quien se dice
fue violado muy joven en el restaurante donde trabajaba,
y en adelante comenzó a fraguar lo que sería
una vida de horrendos crímenes en serie,
muy bien maridada con su exitoso oficio de cocinero
—que ejerció entre 1968 y 1980—.
Fue condenado a cadena perpetua y murió en prisión
en 1992 de un ataque cardíaco.
En el 2008, en Gran Bretaña,
un chef asesinó a su amante, troceó sus muslos
y los fritó con finas hierbas y aceite de oliva.
Fue condenado a treinta años de cárcel.
En 2009 un chef argentino-mexicano
hirió en Yucatán a su novia con un cuchillo
a causa de la supuesta inestabilidad emocional de ella,
calificada de "joven soñadora atrapada en sus fantasías"
y promotora de eventos "Cosplay",
en los que se personificaban héroes de Manga y de Anime.
"No quise matarla ni nada por el estilo,
discutimos y cuando teníamos un cuchillo
en las manos forcejeamos", declaró el acusado.
Este mismo año, en marzo,
un chef mexicano hirió de trece puñaladas a su esposa.
El caso aún no está resuelto
—calificado de “homicidio en grado de tentativa”—
y el cocinero ha señalado ante la ley
que jamás lesionó a su esposa
“con la intención de matarla,
asegurando que tuvo todo para hacerlo
y que no lo hizo por el hijo que los une”.
En fin, un asesino puede ser, como dice el DRAE,
“ofensivo, hostil, dañino”,
aunque la materia de sus días
sea la más dulce, deleitosa y sublime.
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