jueves, 29 de septiembre de 2011

Vivir con menos

La cocina de Ana Frank 



La habitación en la que dormían Hermann y Auguste van Pels, se convertía de día en cocina, comedor, cuarto de estar y estudio. Era parte del reducido ático en el que Ana Frank permaneció escondida durante más de dos años y donde escribió las sabias y eternas páginas de su diario antes de ser conducida por los nazis al campo de concentración.
Ana Frank hace numerosas referencias en su Diario a la cocina. En una de ellas copia la opinión de la señora Van Daan: «La tarea de reina de la cocina hace rato que no tiene ningún aliciente para mí. Pero como me aburre estar sentada sin hacer nada, me pongo otra vez a cocinar. Y sin embargo me quejo: cocinar sin manteca es imposible, me marean los malos olores. Y luego me pagan con ingratitud y con gritos todos mis esfuerzos, siempre soy la oveja negra, de todo me echan la culpa».
La cruel cotidianidad de la adolescente nos enseña que siempre habremos de sobrevivir con menos, que nos acostumbramos incluso a lo más terrible.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Para el Año Nuevo judío

Manajares y augurios



En la mesa todo es sagrado. Se sabe. Cada alimento, por simple que parezca, porta consigo un significado, que ha de ser distinto para cada persona, cada cultura, cada momento.
En Rosh Hashaná, festividad simbólica por demás —comienzo, reinicio, esperanza—, todo cuanto sale de la cocina y se expone sobre el mantel posee una profunda y milenaria carga de buenos augurios.
Entre los ingredientes imprescindibles para un año bueno y dulce han de estar:
Miel: Dulce, primordial. En ella se moja el pan y se reza: “Que sea tu voluntad renovarnos un año dulce y bueno”. Y es que todo ha de ser dulce y placentero en Rosh Hashaná; lo amargo queda para la rememoración y otros días.
Dátil o Tamar: Buena señal, el dátil es una de las siete especies mediante las cuales la tierra de Israel fue bendecida: “Tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel” (Deuteronomio 8, 8).
Remolacha o Silká: En hebreo “silek” significa alejar, excluir o expulsar. Este vegetal propicia que se alejen los enemigos. Puede sustituirse por espinaca.
Ajoporro o Cartí: Simboliza el deseo de que nuestros enemigos sean reducidos.
Auyama o Kará: Tiene que ver con “leer” y con el deseo de que Dios anule los malos decretos sobre nosotros. De ahí: “Que nuestros méritos sean leídos ante ti”.
Judías o Rubia: Granos que representan la voluntad por el engrandecimiento de nuestros méritos.
Granada o Rimón: Bella fruta que esconde perlas rojizas y dulces, como lo hace la vida misma, para que nuestras buenas obras se multipliquen como esas semillas de ese fruto.
Pescado o Rosh: Símbolo de multiplicación, para que nada nos falte, para “que seamos cabeza y no cola”, para nunca quedarnos detrás de lo mejor.
Manzana o Tapúaj: Quizá el más simbólico de los alimentos degustados en el Año Nuevo. Un trozo de manzana sumergido en miel endulza el año que comienza, la vida que en adelante seremos.



Recetas para un año bueno y dulce

Del menú tradicional
Tsimes de batatas y zanahorias

Ingredientes
1/2 kilo de zanahorias
6 batatas
1/2 taza de ciruelas pasas sin semilla (opcional)
1 taza de jugo de naranja
1/2 taza de miel o azúcar moreno
1/2 cucharadita de sal
1/4 cucharadita de canela
2 cucharadas de margarina
500 gr. de piña en pedazos
250 gr. de naranjas o mandarinas

Preparación
Pele las zanahorias y córtelas en tajadas de 3 centímetros. Pele y corte las batatas en tajadas de ½ pulgada. En una cacerola de 3 cuartos, cocine las zanahorias y las batatas en agua con sal hirviendo que las cubra, hasta que estén suaves pero todavía firmes. Escurra las zanahorias y las batatas y colóquelas en otra cacerola de 3 cuartos con las ciruelas pasas. Combínelas con suavidad.
Precaliente el horno a 350 ºC.
Mezcle el jugo de naranja, la miel, la sal y la canela. Vierta uniformemente sobre la cacerola. Cubra por puntos con la margarina. Hornee con tapa durante 30 minutos. Quite la tapa, revuelva con suavidad, agregue los pedazos de piña y las naranjas o mandarinas y hornee otros 10 minutos.
Variación: cocine los ingredientes en una olla, usando el jugo de la piña y de las naranjas en lugar de agua. Use dos cacerolas de 3 cuartos diferentes.


Del menú sefardí
Habichuelas con especias

Ingredientes
1 kilo de habichuelas frescas (judías, caraotas o alubias)
2 cucharaditas de sal
¼ de taza de aceite
¼ de cucharadita de cúrcuma
½ de cucharadita de comino
¼ taza de agua

Preparación
Lave y recorte las habichuelas.
Coloque todos los ingredientes en una cacerola de 3 cuartos y mezcle bien. Cocine tapado con poco fuego durante 30 minutos. Sirva caliente o frío.
No reemplace ni omita las especias, son la gracia de este platillo.


Del menú asquenazí
Muffins de manzana y miel

Ingredientes
2 claras de huevo
250 gr. de harina integral
1 cucharada de polvo para hornear
½ cucharadita de sal
3/4 taza de leche descremada
4 cucharadas de aceite
4 cucharadas de miel
1 manzana grande picada

Preparación
Precalentar el horno a 190 °C (moderado). Engrasar ligeramente un molde de muffins.
Batir ligeramente las claras de huevo.
Mezclar por separado los ingredientes secos.
En otro bol, mezclar la leche, el aceite, la miel y la manzana picada. Agregar en forma lenta y envolvente las claras batidas. Agregar esta mezcla a los ingredientes secos. Envolver bien hasta que se hayan humedecido un poco. No ha de preocupar que la mezcla tenga grumos.
Colocar en el molde para muffins. Llevar al horno durante 20 minutos o hasta que hayan cobrado un color ligeramente dorado.


martes, 27 de septiembre de 2011

Contra toda Mafalda

Sopa de cebolla para el alma 

En la calle 55, entre la 5ta y 6ta avenida, un bistró da refugio al cuerpo cansado y al deseo de huir del pretencioso bullicio restaurador de la Gran Manzana. Un local modesto propone que no hay hora ni fecha en el calendario para los platos más básicos de la cocina francesa: Crepes, Omeletes, Quiche Lorraine, ensaladas, Croque madame y Croque monsieur. Pero sobre todo nos habla del encanto de la sopa, capaz de convencer incluso a una Mafalda como yo.
El epicentro de La bonne soupe, obviamente, son buenas sopas. Pero no de entrada ni obligadas. Todas muy sencillas, se convierten en plato principal de almuerzo o cena y por un precio más que solidario son servidas con pan, ensalada, postre y una bebida que bien puede ser vino, cerveza, refresco o café.
La reina es la Sopa de cebolla, pero también se pasean con galantería una Sopa paisana, con hongos, cebada y cordero; la Crema andaluza, de tomate y vegetales; una Sopa Mulligatawny picante con lenteja hindú y la infaltable Sopa de pollo y fideos, como en casa.

“La frase ‘la buena sopa’ ha venido significar buena vida, salud, abundancia y felicidad”, reza el menú del local.

Conclusión: no hacen falta pretenciosas cartas, nombres estrafalarios ni chefs con ínfulas de estrellas de Hollywood para que un restaurante brinde calidez, confianza, calidad y sobre todo permanencia. Una sencilla sopa puede llegar más hondo al alma que un sofisticado menú oriental, sobre todo si es servido en restaurantes como tantos en Caracas, que se los lleva el viento de un día para otro.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El fin de la última cena

Lawrence Russell Brewer, 
el reo de la comilona perdida 

Foto: AP Photo/Seth Perlman, File

El pasado jueves, varios diarios daban cuenta de una curiosa noticia: “Texas elimina cena especial a condenados a muerte”. Lo que a primera vista se nos muestra como profundo irrespeto a la última voluntad de un condenado y a los derechos humanos, tiene que ver con la crítica que hiciera un senador estatal al costo de los alimentos que se le sirvieron a Lawrence Russell Brewer — miembro de una pandilla supremacista blanca— ejecutado el pasado 21 de septiembre por haber amarrado a su auto a un afroestadunidense arrastrándolo hasta causarle la muerte en 1998.
Según señala el diario Excelsior de México, “el reo pidió como última cena dos filetes de pollo frito, una hamburguesa triple de carne con tocino y queso, okra frita, medio kilo de barbacoa, tres tacos de fajitas, una pizza, y como postre medio litro de helado y una barra de dulce de crema de cacahuate”. Pero lo que enardeció a la ley no fue el último deseo de Russel sino el que no probara bocado de aquel banquete como “una última forma de molestar a los guardias y al sistema penitenciario estatal”.
Y vaya que si consiguió molestar a la ley: John Whitmire, presidente del Comité de Justicia Criminal del Senado, dirigió una carta al director ejecutivo del Departamento de Justicia Criminal de Texas, Brad Livingston, quien en pocas horas abolió la ley. Whitmire calificó la práctica de la última cena como una tradición “ridícula”.
“La tradición de otorgar al reo una última cortesía antes de ser ejecutado no es exclusiva de Texas, y continúa en la mayoría de las entidades estadounidenses que aplican la pena de muerte. El origen de conceder dicho privilegio se remonta a las antiguas culturas de los romanos y griegos, que solían otorgar este favor a quienes iban a ser ejecutados. A lo largo de la historia, la tradición se ha mantenido, con modificaciones en algunos casos, como la de eliminar los alimentos y permitir al sentenciado fumarse un último cigarrillo. En Texas, la última cena estaba limitada a los alimentos que hubiera en la cocina de la prisión y en ella no podían ser incluidos alcohol o tabaco. Texas ha ofrecido una última cena a cada uno de los 475 reos ejecutados desde que esta entidad restauró la pena capital en 1982”, apunta Excelsior.
Concluye el diario mexicano explicando que las autoridades carcelarias de Texas solían colocar en Internet el contenido de cada cena solicitada por quienes eran ejecutados, “pero se dejó de hacer desde la ejecución 313, cuando se recibieron quejas de que dicha práctica era ofensiva para algunos contribuyentes. No obstante, existen varios sitios en Internet dedicados a enlistar las cenas solicitadas por los reos de diversas entidades y países, horas antes de ser ejecutados. Incluso se han escrito varios libros sobre la cortesía de brindar una última cena a quien será ejecutado, como el de Brian Price, un ex cocinero de la penitenciaría estatal de Texas que preparó muchos de los alimentos solicitados por los sentenciados a muerte”.

Artículo completo AQUI

martes, 20 de septiembre de 2011

Maracaibo imprescindible

Una bala frita en McGordo 

Una bala fría en Maracaibo es más bien una bala frita. 
Harinas y rellenos diversos se encargan de absorber todo el aceite posible para convertirse en delicias que hacen olvidar remordimientos de conciencia y ese extraño viajero sanguíneo que llaman colesterol. 
Llegué una media tarde de agosto a Maracaibo, hambrienta. Y mi papá se dirigió sin parpadear a McGordo. Lo de Gordo lo entendí rápidamente. Hay allí todas las maravillosas fritangas de mi tierra: mandocas, empanadas, pastelitos, papitas rellenas, tequeños, empanadas y yoyos. Es un carrito adosado a una casa, con mesas, sillas, servilletas y todas las comodidades. Desayuno o meriendo idónea, en la que no faltan jugos, refrescos y malta. 
Lo de Mc pude comprenderlo casi antes de irme. Lo carros se detienen junto a la acera y un muchacho salta sobre la ventanilla para atender al ajetreado cliente, quien pide, paga y parte raudo con su bolsa: como en McDonald’s pues. 




McGordo 
Calle 75 
Entre avenidas 10 y 11

martes, 13 de septiembre de 2011

Vinos Bi-Valle de 35 Sur

La coexistencia de los terroirs


En esta primera década del milenio la palabra coexistencia se plena de significados, sin duda imperativos para la supervivencia del planeta. Coexistencia hay —o debería haber— entre grupos políticos, capas sociales, países, etnias y hasta ingredientes. La noción aplicada al mundo del vino resulta metafóricamente muy sugerente y su materialización un caleidoscopio para el paladar.
35 Sur, de Viña San Pedro, nos enseña desde Chile que la coexistencia de uvas venidas de diversos terroirs es posible y que lejos han quedado aquellos rectilíneos esquemas según los cuales el vino ha de ser hecho en el lugar de la vendimia. Si bien no pocas bodegas en el mundo adquieren uvas de viñedos lejanos y ajenos, lo hacen por imposiciones geográficas o netamente comerciales.
35 Sur acude a la coexistencia sin resquemores. Hace vinos cuyas uvas —de igual cepa— provienen de valles distantes, con características muy diversas. Las uvas viajan a veces hasta 400 kilómetros para encontrarse con sus pares y emprender un nuevo viaje a la botella y el disfrute. La ciencia es aliada en este sueño andante. Las uvas se cosechan de noche, surcan los caminos bajo negros cielos y su transporte está perfectamente acondicionado para preservar las frescura y madurez de la vid.



Así, 35 Sur nos muestra seis vinos arropados por la coexistencia, todos Reserva:

Cabernet Sauvignon
Reúne frutas de los valles de Maipo y Aconcagua, generando un intenso carácter frutal, concentración y suavidad, complementado con seis meses en barricas de Encina Francesa.

Carménère
Viene de los valles de Maule y Rapel. Es un vino maduro pero suave, en el que se perciben notas tostadas, algo de pimienta y frutas frescas. Sus taninos son muy amables. Es éste el tinto que más gustó a la autora de este humilde blog.

Sauvignon Blanc
En este vino de agradable acidez, coexisten uvas de los Valles de Curico y Elqui. Sobre su vinificación se señala: “Previo al prensado la uva junto con el jugo maceraron por 12 horas a 10 °C para potenciar la intensidad aromática en el vino. La fermentación se realizó con mostos muy limpios y a baja temperatura, una vez finalizada se mantuvieron las borras finas en suspensión”.

Merlot
Aquí se reúne lo mejor de los Valles de Maule y Maipo, el primero entrega estructura y un carácter especiado, mientras el segundo brinda suaves aromas a frutos rojos.

Shiraz
Hace coincidir en botella cepas de los Valles de Elqui y Aconcagua, y en boca concentración y delicadeza, diálogo nada fácil.

Chardonay
Vino refrescante, de suaves notas minerales que nace del matrimonio de uvas de los Valles de Cachapoal y Bio Bio. “Un 20% del vino realiza fermentación malo láctica que aporta cremosidad al paladar. La crianza final sobre borras finas integra todos los aromas”, apunta la página web de Viña San Pedro.


Atrevida experimentación
Tras la osadía de una bodega al juntar frutos de valles distintos y lejanos, armonías ambiciosas ya no asombran. Y justamente eso fue lo que hizo Tamayo & Cía para presentar de nuevo a un pequeño grupo de periodistas —los vinos están en el país desde el 2009— los tres vinos 35 Sur Reserva disponibles por ahora en Venezuela: Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon y Carménère.
La cata se realizó entre platillos de Spice, reino del chef Alex Werterstein en Sebucán. Bocados asiáticos dulces, ácidos y salados se dieron cita con vinos imprevistos y terminaron asumiendo que sus diferencias los unen, tal como ocurre a las uvas en los lejanos valles chilenos. La cata tenía como propósito romper paradigmas y decirnos que no hay razón para temer pedir vino para platillos con los que hasta ahora habíamos bebido cerveza y sake cuando había. Tamayo & Cía se atrevió; el chef se atrevió y los comensales no hicimos más que disfrutar de los vinos y de la grata e inteligentísima compañía de la periodista Carolina Rivera, Wine Ambassador de Viña San Pedro.



jueves, 8 de septiembre de 2011

En Amapola

El refinado dulzor del camacuto 

Foto: cortesía de Historias de sobremesa

Lo llaman, no sin razón, la cigala venezolana. Y es que el camacuto es una delicia criolla poco conocida y raramente servida en restaurantes. También nombrada acamaya, camarón o langostino de río — Macrobrachium Carcinus es su apelación científica—, lo probé hace mucho en la vía de Clarines. Me supo a langosta, a cangrejo, a camarón, a langostino, a todo a la vez. Su carne es suave, dulzona, delicadísima. Un ejemplar puede llegar a pesar hasta medio kilo. 
Seguramente antes sirvieron camacutos en otros restaurantes, pero como los desconozco, es ahora que puedo degustarlos durante la temporada de lluvia —entre junio y septiembre— en Amapola, grato recodo capitalino con buen servicio, variedad de vinos y otros platillos de cocina venezolana de alto vuelo. 
Los camacutos son traídos directamente del tramo del río Unare que baña la zona de Zaraza, donde la pesca del crustáceo da sustento a muchos pobladores de esa región oriental del país. 
La chef y dueña del Restaurante Amapola, Irina Pedrozo, sirve camacutos de dos maneras: en un sustancioso caldo y en una bien provista ensalada de rúgula, crotones y vinagreta de la casa, en la que los animalillos —cocidos en su justo punto— son cobijados por finas lonjas de jamón serrano. 

Amapola 
Primera Avenida de los Palos Grandes 
Entre la 1ra y 2da Transversal 
Edificio Oriental 
Teléfono 2833680 
@AmapolaRest

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La tristeza de los cítricos


 
Amanecen tristes, a veces,

una manzana sin refrigeración,

la planta olvidada,

el hijo que perdió su juego.



Pero sufren los cítricos de otra tristeza,

un marchitamiento repentino:

enfermedad grave,

causada por pulgones,

capaz de matar al árbol

en tan sólo dos o tres semanas.



Naranjos, mandarinos y pomelos

—injertados sobre el naranjo amargo—

florecen exageradamente y fuera de estación,

los frutos se tornan pequeños y numerosos,

quedan adheridos al árbol hasta deshidratarse.



“Las hojas van perdiendo tamaño,

verde más plomizo, ligero abarquillado

y defoliación sobre todo en los extremos de los brotes”.



Finalmente hay una efoliación

y decadencia general de la planta.

Y una irremediable tristeza

que augura la tala del árbol.



Ya vemos, no solo humana es la tristeza,

también la padecen ciertos cítricos,

sabios en dulzuras y amargores.



“Cuidado con la tristeza. Es un vicio”,

nos recuerda Flaubert.




Para leer más:
Peligro potencial de epidemia de la tristeza de los cítricos en México

Enfermedades del limón

Virus de la tristeza de los citricos

domingo, 4 de septiembre de 2011

Delicias de vidriera en New York

Tiffany& Co. y Louis Vuitton:
glamour desde el paladar 

Fotos: Hernán Zamora/
especiales para Textos en su tinta 

La gastronomía va ocupando todos los espacios. Y no sólo los privados sino también los más públicos, los más ajenos a la cocina, los de la calle y su multitud. Su poder, se sabe, es bien administrado por chefs, amas de casa y gourmets, pero ahora lo retoma con guiños el marketing, la publicidad y el vitrinismo más sofisticado. Era de esperarse. La comida entra por los ojos, y si esa comida ayuda a que otros asuntos entren a esos ojos, pues mejor. Prueba de ello es el uso que en este momento dan en sus vidrieras dos grandes firmas, vecinas en la Quinta Avenida de Manhattan: Louis Vuitton y Tiffany &Co. 


La exquisita casa de diseño de joyas Tiffany & Co. —fundada en Estados Unidos en 1837— nos muestra en la esquina de la calle 57 anillos con piedras preciosas sobre coloridas barquillas. Imposible no recordar a Audrey Hepbrum en la escena inicial de la película Desayuno en Tiffanny (1961), tomando café y comiendo croissants un domingo tempranero en una solitaria Quinta Avenida, como si la joyería estuviese de por si asociada al paladar (Ver video en este mismo blog)



 La empresa francesa de diseño Louis Vuitton —cuya primera tienda abrió en París en 1854— hace uso en la otra esquina de la calle 57 de huevos para mostrar sus costosos diseños de cuero. Los objetos emerge como polluelos indefensos, urgidos de ser adquiridos. 



Imposible no detenerse ante estas vidrieras, deleitarse, soñar con glamorosas compras multimillonarias. Y cuando el sueño acaba, seguir soñando con comer.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Entrevista a Claudia Bachur, organizadora de Caminos y Sabores

Un punto de encuentro 
entre el público y los productores  

Fuente: Agencia Tur Noticias
Especial para Textos en su tinta 

Buenos Aires se prepara para la séptima edición de la feria de alimentos típicos, artesanías y turismo más grande del país. Claudia Bachur, organizadora, asegura la presencia de más de 300 productores locales de toda la Argentina. Talleres de comida típica, invitados internacionales, bailes y música regional acompañan el recorrido por los caminos temáticos.
Del 14 al 18 de septiembre se realizará en el predio ferial La Rural de Buenos Aires la séptima edición de Caminos y Sabores, una feria de alimentos típicos, artesanías y turismo que se ha convertido en una referencia internacional al convertir un espacio expositivo en un verdadero mercado de productos regionales provenientes de toda la Argentina.
Según explica Claudia Bachur, organizadora del evento, la feria tiene tres pilares importantes: achicar la distancia entra la producción y el consumo, el comercio justo y la sustentabilidad ambiental.
Como ingeniera agrónoma, Bachur trabajó en diferentes programas de desarrollo rural con pequeños productores. De esta experiencia surge la idea de organizar una feria de productos ya que, el principal problema que detectó, fue el complicado tema de la comercialización: “La idea –explica- fue armar una feria en Buenas Aires, una ciudad grande, y achicar la distancia entre la producción y el consumo, acercar a los productores con los consumidores, buscando volver al mercado de la feria tradicional, la feria callejera. Esa fue la idea básica: por un lado traer a productores pequeños de todo el país a Buenos Aires y, por el otro, invitar al público de la ciudad y al turista a encontrarse con esa gente”.

La feria de los productores 
Bajo la premisa del encuentro, esta séptima edición de la feria asegura la relación directa del visitante con los propios productores, no con sus representantes. “No es una feria de distribuidores”, insiste Bachur.
—¿De qué manera convencen a un productor pequeño, de Salta por ejemplo, a venir a la gran ciudad a vender su producto? Generalmente los pequeños productores no tienen esa iniciativa… 
—Sí, es muy difícil. Lo que pasa es que nosotros trabajamos directamente con los organismos públicos y privados, entes gubernamentales y no gubernamentales, que apoyan a los productores para que vengan. Nosotros armamos toda la feria, tratamos de cobrar un precio por stand accesible, pero muchos de ellos no pueden pagar el stand, ni el ómnibus, ni el hotel, ni tienen plata para producir toda la mercadería para vender. Entonces se trabaja con los organismos. Desde la primera feria trabajamos con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, con la Secretaría de Agricultura de la Nación, con los ministerios de producción de las provincias…, y vamos directo a trabajar con los productores que ya están asistidos por los programas de los organismos de las provincias y lo único que les falta es vender lo que hacen.

—El gran apoyo para los expositores, viene entonces de las instituciones… 
—En el primer año la mayoría vinieron apoyados por instituciones, luego se da un fenómeno interesante y es que algunos ya vienen solos. Un expositor vino por una provincia y a los dos o tres años decide que está en condiciones de pagarse el stand. En estos años hemos sido testigos del crecimiento de un montón de expositores. Algunos crecen tanto que ya no vienen más a Caminos y Sabores.

—¿Cuáles han sido las experiencias más gratas a lo largo de seis años de la feria? 
—El primer año tuvimos 100 expositores, ya fue una exposición importante. La primera sorpresa fue ver la convocatoria enorme del público a la feria y ver que los expositores se quedaban sin mercadería. Luego, en el tercer año, fue ver la participación de representantes de todas las provincias de Argentina. Después, lo que te sorprende es que vos llegás a hacer una presentación de Caminos y Sabores, a una embajada por ejemplo, y la persona que te está escuchando dice “no me cuente nada yo voy todos los años a su feria”. Eso es una gran satisfacción.

Producto y territorio 
—¿Cómo es la distribución de los “caminos” en la feria? 
—En general, la presencia de las provincias en las ferias en Argentina, y en todo el mundo, funciona con un stand poli-rubro: está el señor que hace los alfajores y el que construye la maquinaria agrícola. Nosotros lo que propusimos fue un mercado. Hay varios stands institucionales que están fuera del mercado, donde no se puede vender nada. Los gobiernos provinciales pagan los stands, pero los stands son de los productores. Esa una novedad de Caminos y Sabores. Habrá 10 stands institucionales pero 350 de productores. Esos están organizados por “caminos”, recorridos temáticos: quesos, frutos de la tierra, artesanías, turismo.

—Cada producto busca arraigar su identidad territorial y mostrarse al mundo ¿de qué manera la feria concibe esta mezcla de identidad con expansión? ¿Cómo se hace para que el concepto sea coherente?
—Lo que tratamos de hacer es que los productos estén identificados con el territorio, que tengan algo que ver con los que se produce en el territorio, que no sea descolgado. Cuando se analizan las economías regionales hay productos que son clásicos de una zona: seguro que el señor que trae el dulce de frambuesa viene de la Patagonia. Hay un trabajo interesante del equipo y del comité que selecciona de la mejor manera a los expositores, si bien los productores están en el marco de algún proyecto de las instituciones, es decir, ya hay una preselección. De todas maneras hay un trabajo de remarcar el concepto: el producto tiene que venderse con el territorio.

—¿Cuál es el aporte de la feria al turismo nacional? 
—Promocionamos los lugares, no sólo desde el punto de vista de los paisajes, sino desde los alimentos y la artesanía. En eso tenemos un concepto técnico: la gente que ya fue a un lugar y tiene la añoranza de un sabor, lo encuentra en el recorrido, y, si no lo conoce, lo descubre. Es una feria que promociona el destino aunque no lo haga desde el punto de vista del turismo concreto, sino en el imaginario de la gente.

—¿Está más relacionada a lo sustentable que a lo contemplativo? 
—Totalmente. Analizando el tema del turismo, cada vez hay más búsqueda del turismo relacionado a los alimentos y a la gente. Si vos mirás las publicaciones europeas y americanas, ya no hay mas revistas de sólo turismo, hay gastronomía, arte, está todo mezclado. Las rutas turísticas son otras, no vas a un lugar por el lugar en sí. Alrededor de a comida hay un trabajo antropológico y social que tiene que ver con las personas del lugar. De eso se trata de Caminos y Sabores, vos te encontrás con la gente, no con una empresa o marca, sino con el productor.

Pequeñas historias, grandes satisfacciones 
Para el equipo de organizadores de Caminos y Sabores, la mayor satisfacción, y el objetivo del evento, es promocionar a los productores de las regiones, propiciar redes y colaborar con el mercado rural. “Las ferias, por lo general, son traccionadoras de cosas –alega Bachur- entonces lo que pasa en Caminos y Sabores es muy fuerte, se armó un camino que va más allá de la feria, lo hacen los protagonistas que son los productores”.
La satisfacción también está en las historias de vida y testimonios de pequeños productores que luego cuentan los resultados de su presencia en el evento, lo que se traduce en promoción, relaciones con otros fabricantes del sector, reconocimiento local y nacional, incluso créditos. Para Claudia Bachur es un logro: “Caminos y Sabores es un punto de partida, la idea no es que los productores dependan de la feria, si no que crezcan y ellos vayan generando sus caminos comerciales”. Un trabajo arduo de todo el año contempla la posible itinerancia de la feria. Aunque este año se realizó en Mar del Plata, los organizadores de Caminos y Sabores esperan “la la situación ideal” para organizarla en otras provincias argentinas o, incluso, fuera del país. Por los momentos, se trabaja fuerte en la promoción internacional y la participación de países invitados.

Novedades 2011 
•Un taller de alimentos típicos.
•Se están convocando cocineros para hacer charqui, harina de mandioca, salame…
•La feria también tiene una cocina muy concurrida donde todo el tiempo se trabaja la comida típica y regional.
•La participación de chef latinoamericanos invitados. La plaza central donde habrá música y bailes típicos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Loma Larga VineYards

El recuerdo que viene de la mar 


La mar se halla a veinticinco kilómetros de Loma Larga VineYards, bodega boutique chilena representada en Venezuela por Taninos Casa de Vinos. Es una mar lejana. Quizá enmudecida por árboles, rocas, pueblos. Pero la tierra no conoce distancias. Ni la brisa que a media tarde forja un corredor entre el océano pacífico y el valle de Casablanca. El rocoso terroir de Loma Larga es el mismo que, un poco más allá, se confunde con arena, caracoles y sales. 
El enólogo de esta bodega, el francés Cédric Nicolle —oriundo del valle de Loire— no presta demasiada importancia a este hecho: lo reconoce pero confiesa tener que estudiarlo un poco más. Dice que es lógica una presencia salina, pero que la misma no es demasiado perceptible, que es parte de un vino como lo son sus taninos y otros componentes. Más allá de lo que el sabio enólogo comente, con su experiencias en zonas frías de Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos, los caldos de Lomas del Valle poseen un retrogusto que a los venezolanos nos resulta extraño. Hay sal y azúcar, familiaridad y distancia. Una mar propia que nunca bebemos y un océano de certeras imposiciones y lejuras. 
Loma Larga es ampliamente reconocida en Chile como la viña líder en tintos de clima frío, sin embargo la línea Lomas del Valle ofrece cinco tintos (Pinot Noir, Merlot, Malbec, Cabernet Franc y Syrah) y dos blancos (Sauvignon Blanc y Chardonnay). El Pinot Noir 2010 de Lomas del Valle obtuvo 90 puntos en la evaluación de la revista Wine & Spirits y en el ranking Best Pinot Noir of Chile de Descorchados (Guía de Vinos Chilenos de Patricio Tapia) Igualmente el Malbec 2010 y el Cabernet Franc 2009 de Lomas del Valle obtuvieron excelentes puntuaciones (90 y 91 respectivamente) por parte de Wine & Spirits y el Syrah 2009 estuvo en el ranking de los mejores de la guía Descorchados, de la guía Vino y Mujer y de la prestigiosa revista Wine Spectator. 


 Lo maravilloso de un vino nuevo es justamente su novedad, lo que nos dice de pronto, la tarde de un martes, sin aspavientos, sin esperar que nos guste o no. Lo maravilloso de un vino nuevo es su invitación a probarlo y discutirlo e incluso a rechazarlo. Eso hicimos unos pocos gracias a la amable invitación de Taninos Casa de Vinos. Eso pueden hacer todos en adelante, bien en Taninos Casa de Vinos (Las Mercedes) o en su casa, habiéndose apertrechado de botellas Lomas del Valle en Licores Mundiales, donde sólo por ahora está a la venta.
¿Y la mar? ¿Dónde queda la música persistente de la mar?
Sientan la mar y sus ventiscas de salitre y barcos fondeados. Está ahí. Yo lo supe.