Gastronómico
© Raymond Queneau
(Del libro Ejercicios de estilo)
Tras cocerme de tanto esperar bajo un sol como mantequilla negra, acabé
subiendo en un autobús de color pistacho en el que los pasajeros bullían como
gusanos en un queso pasado. En este plato de merluzas observé un fideo con un
cuello largo como un día sin pan y una galleta en la cabeza rodeada por un hilo
de cortar mantequilla. Este macarrón rompió a hervir porque una especie de
besugo al horno le traía frito exprimiéndole, y le dejaba los pies hechos puré.
Pero cesó rápidamente de discutir mandándole a freír espárragos, y se metió en
un molde que había quedado vacío. Iba en el autobús de vuelta haciendo la
digestión, cuando, delante del restaurante de la estación de Saint-Lazare,
volví a ver al mismo pollo asado con un cochinillo que le daba una receta sobre
cómo debía aderezarse mejor. El otro estaba vuelto chocolate.
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