Gracias al Complejo Licorero Ponche Crema y después de un año de ser esperados, arribaron a Venezuela los vinos producidos por Bodega Norton en la privilegiada zona argentina de Luján de Cuyo, en Medonza. Se trata de un catálogo de etiquetas de alta gama que incluyen caldos Reserva, Malbec DOC, varietales jóvenes, bivariteales, vino dulce de consecha tardía, el aromático Mil Rosas y una línea de espumantes.
La bodega fue fundada en 1895 por el ingeniero inglés Edmund J.P. Norton, un visionario que llegó a suramérica para participar en la construcción del ferrocarril que uniría Mendoza y Chile. Flechado por las alucinantes tierras del sur del río Mendoza, se quedó para siempre —murió en 1944— y allí sembró algunas de las primeras cepas francesas que llegaron al país. En 1989, el empresario austríaco Gernot Langes Swarovski —miembro de la legendaria familia que fabrica uno de los más exquisitos cristales del mundo— viajó a Argentina por recomendación de unos amigos y de inmediato sufrió la misma fascinación que Norton, por lo que apenas pudo adquirió la bodega.
Con cuarenta y cino años de edad, Halstrick aseguraba en una entrevista que le hice el año pasado para la revista Papa y Vino que su pasión por Argentina no se agota: “Es un país que quiero mucho y no tengo ninguna intención de moverme de acá. Casi puedo decir que soy más argentino que austriaco. Desde el principio hubo la decisión de que Norton no fuera una bodega perteneciente a grupo internacional o multinacional, sino que realmente tuviese una cabeza de familia que le diera el cariño que merece el negocio del vino”.
Norton tiene como lema “nos reconocemos como parte de la naturaleza”, por lo que asumen que en el proceso de hacer vino lo más importante es la uva, que no necesariamente debe proceder de un solo viñedo: “A través de los años hemos crecido mucho en superficie de viñedos. Los vinos de Norton provienen en un sesenta por ciento de nuestras tierras —tenemos setecientas cuarenta hectáreas plantadas—, y el otro cuarenta por ciento viene de proveedores que tienen sus propias fincas con quienes tenemos contratos a largo plazo y a los que damos asesoramiento técnico. Siempre me preguntan porqué no lo producimos todo. Es muy sencillo: tengo una filosofía que es ‘vivir y dejar vivir’. El vino es producto de una comunidad. Hay mucha gente y muchas relaciones detrás del vino, no estamos produciendo clavos. El vino sigue viviendo dentro de la botella, es como un ser humano”.
Halstrick tenía en el momento de la entrevista grandes expectativas con la llegada de Norton a Venezuela y no sólo porque los estudios de mercadeo orienten su optimismo: vivió un año en el país y dice conocerlo a profundidad. Además, alguna vez la familia tuvo una propiedad en Chichiriviche y hoy es dueña del Hato La Garza, una espectacular reserva ecológica situada en las sabanas de los llanos de Apure.
“Tomarme un vino Norton en Venezuela, que es un país que quiero tanto, va a ser muy especial para mi”, aseguró Michael W.J. Halstrick en sus predios mendocinos. No sé si vino a Venezuela para la presentación de estos días, puesto que no me invitaron. En todo caso, bienvenida sea la Bodega Norton. ¡Salud!
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