Tom Jones burbujeante
Entre mis precoces fantasías infantiles siempre estuvo Tom Jones, ese apetecible Caballero de la Corona Británica, de probable sabor a pan con mantequilla. Yo soñaba que en vez de cantar “My my Delilah”, pronunciaba mi nombre. En estos días lo he recordado. Compré la quinta edición de la revista Vanity Fair en español —suerte de franquicia de la original estadounidense con toques de Hola ibérica, que de todas maneras me entretuvo con buenos artículos en las vísperas y durante un vuelo Caracas Maracaibo—. En la última página está el infaltable Cuestionario Proust apuntando al ya madurito Tom Jones. Cuando le preguntan cuáles son sus nombres preferidos, él responde, simplemente: “Dom y Pérignon”. Como la muy especial champaña el cantante sigue haciendo agua la boca, fresquito, de especial cosecha.
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